mercredi 7 janvier 2009

La Justicia de las Palabras ( crítica en Artes y Letras, El Mercurio)

Crítica de José Promis, publicada el 4 de enero 2009
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Una agradable sorpresa depara la lectura de El libro de Carmen, novela corta publicada originalmente en francés y traducida al español por su propia autora, María Isabel Mordojovich, puntarenense hija de inmigrantes rusos y croatas que firma con el seudónimo María London, y que actualmente reside en Francia. Su asunto no presenta novedad; las historias de torturadores y de sus víctimas han sido temas utilizados con frecuencia en nuestra narrativa actual, así como las secuelas que situaciones opresivas, ya sea por la fuerza de las armas o por el poder de sistemas patriarcales, provocan en el comportamiento de la mujer lacerando su cuerpo o trizando para siempre las esperanzas de felicidad que alentaba en su corazón. El atractivo que ofrece esta novela es la perspectiva que se ensaya en ella con el propósito de iluminar el otro lado del mal y los interesantes resultados que esta opción provoca tanto en la forma del relato como en el sentido final que proyecta sobre los lectores. Con justa razón, la novela ha recibido varios elogiosos comentarios en la prensa francesa.

El argumento de El libro de Carmen se desarrolla en tres tiempos: su punto de partida es la fiesta de cumpleaños que ofrece un enigmático e insidioso personaje, Alan. Carmen es una escritora de cierto renombre que ha regresado por unos días a su país de origen y se encuentra casualmente en esa ocasión acompañando a su amiga Gabriela. Su presencia es aprovechada por Alan para hacerle una extraña solicitud: escribir sobre su hermano Sandro, fallecido algún tiempo atrás en confusas circunstancias. La solicitud de Alan despierta primero el desconcierto y después el violento rechazo de Carmen, otorgándonos pistas que sugieren la malevolencia encerrada en la petición del dueño de casa. El relato se orienta entonces hacia el pasado, en el que conoceremos la historia de Carmen previa a su salida del país y la participación que tuvo Sandro en su vida. Descubriremos que todo ha girado en torno al motivo de la traición y de sus lacerantes efectos en el destino de una mujer indefensa cuyos sueños son brutalmente destrozados. Una vez en posesión de los antecedentes que explican la reacción de Carmen y el misterio que encierra Alan, el relato nos trae de regreso al momento inicial de la fiesta y a la respuesta de Carmen a la maligna solicitud de su anfitrión.

Este tratamiento en una espiral del tiempo conduce nuestra mirada hacia las profundidades de un estado de alma para descubrir ahí las razones que justifican su presente. Mirada surrealista, sin duda, que adquiere mayor complejidad porque da lugar a un permanente diálogo polémico entre la voz que relata la historia de Carmen alternando el punto de vista de la mujer con el de Alan, y la conciencia de una voz en segundo plano (voz en off la llama desafortunadamente la autora) que discute, niega o altera las afirmaciones de la primera. Los lectores nos enfrentamos así a una interesante narración que permite contemplar con cautivo interés el desarrollo de una historia de dolor y salvación, y simultáneamente su mismo proceso de escritura, la configuración literaria que nace de la polémica permanente entre la mano que escribe y la conciencia que la conduce.

Bajo la aparente sencillez de lenguaje que ofrece la novela de María London se oculta, pues, una notable y compleja técnica narrativa que juega con el tiempo y polemiza y discute consigo misma para transformar la escritura en instrumento de justicia, como afirma en cierto momento la conciencia de la narradora, y comprobar que la historia de Carmen no es sólo la redención de una mujer engañada y ofendida, sino la de su país innominado que su cuerpo y su espíritu simbolizan.

José Promis
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